Bueno, mi gente, agárrense porque esto está más caliente que un sancocho en pleno verano. Resulta que el presi de Panamá agarró su papel y su lapicero y le mandó una cartita bien firme a la ONU para decirle: “Oye, no vamos a aguantar a Trump con su idea loca de quitarnos el Canal, ¡esto es territorio panameño, papá!”.
Todo empezó cuando Trump, recién estrenado en su segundo mandato como jefe de la Casa Blanca (¿quién lo dejó volver ahí, por cierto?), salió con la joyita de que quiere recuperar el Canal de Panamá, porque según él, los chinos están metiendo mano ahí. ¿Perdón? ¿Qué dijo el loco?
La respuesta panameña: “¡Aquí no, Trumpcito!”
Panamá, con toda la elegancia de un caballero del siglo XXI, le soltó un comunicado a la ONU donde dejó claro que “en este pedacito de tierra soberana no se aceptan amenazas ni shows de macho alfa”. Básicamente, le recordó a Trump que en la política internacional eso de agarrar lo ajeno ya no se lleva.
El embajador panameño, Eloy Alfaro de Alba, dijo que la cosa no es por capricho. Hay tratados firmados desde 1977 que dicen que el canal es más panameño que un tamborito en carnaval, y ahí no hay nada que discutir.
La perla de Trump:
En sus declaraciones, Trump, con su usual tono de “aquí mando yo”, salió diciendo algo como: “¡Ese canal lo construimos nosotros! ¡Se lo dimos a Panamá, no a China! Así que lo vamos a recuperar”. O sea, ¿hello?, hace más de 20 años que Panamá tiene las llaves de esa vía, y nadie las va a devolver, menos por una rabieta presidencial.
El presi panameño también metió su cuchara:
Desde Davos, donde estaba dándose una vueltita por el foro mundial (y seguro con un chocolate caliente en la mano porque allá sí hace frío), el presidente panameño José Raúl Mulino dijo: “Ey, Trump, no te hagas ilusiones. Aquí no hay chinos mandando, ni nada raro. Esto es de Panamá, y punto. Relájate”.
La gente en la calle está encendida:
En Panamá, la cosa está que arde. La gente anda hablando de esto en las fondas, en las redes, hasta en el súper. Algunos están indignados, otros están preocupados, y unos cuantos están diciendo: “¿Otra vez este man?”. Pero lo que todos tienen claro es que el Canal es intocable.
Conclusión:
En resumen, Trump se está tirando un “quiero lo mío” con algo que nunca fue suyo. Panamá, mientras tanto, está como ese amigo que le dice a todos: “Tranquilos, que yo controlo esta fiesta”. Por ahora, el Canal sigue siendo panameño, Trump sigue haciendo ruido, y nosotros estamos aquí, viendo cómo se desarrolla este culebrón internacional.
