Una mujer embarazada en Georgia fue declarada con muerte cerebral en febrero, y desde entonces ha sido mantenida con soporte vital para que el embarazo llegue a término. La decisión médica se ha dado en cumplimiento con las estrictas leyes estatales sobre el aborto, según informaron los familiares y medios locales.
Adriana Smith, una enfermera de 30 años y madre de un niño de cinco, fue internada inicialmente por dolores de cabeza intensos. Luego de ser dada de alta, sufrió una recaída durante la madrugada y fue llevada de emergencia al Hospital Universitario Emory. Allí se le diagnosticaron coágulos en el cerebro y fue declarada con muerte cerebral.
Actualmente, Smith tiene 21 semanas de embarazo. Según explicó su madre, April Newkirk, a la cadena WXIA de Atlanta, retirar los aparatos que la mantienen con vida provocaría también la muerte del feto. Los médicos informaron a la familia que no pueden desconectarla debido a la legislación estatal vigente, que prohíbe el aborto tras detectarse actividad cardíaca fetal, usualmente a partir de la sexta semana de gestación.
La ley que regula los abortos en Georgia fue aprobada en 2019, pero comenzó a aplicarse en 2022 tras la anulación del caso Roe vs. Wade por la Corte Suprema de Estados Unidos. Desde entonces, en Georgia y otros estados se implementaron normativas más estrictas sobre la interrupción del embarazo, algunas de las cuales solo permiten excepciones en situaciones de peligro para la vida de la madre.
En el caso de Smith, su estado de muerte cerebral ha planteado dudas éticas y legales. Algunos expertos afirman que no está claro si la ley estatal obliga a mantener a una persona fallecida con soporte vital solo por estar embarazada. La bioeticista Lois Shepherd, de la Universidad de Virginia, indicó que el precedente legal es limitado y que la situación actual representa un “área gris” bajo las nuevas leyes estatales.
Por otro lado, el senador estatal Ed Setzler, autor de la ley de 2019, afirmó que considera adecuada la decisión del hospital de mantener a Smith con soporte vital, argumentando que “es una oportunidad para salvar una vida inocente”. Según el legislador, los familiares tendrían opciones como quedarse con el niño o darlo en adopción, si el nacimiento llega a darse.
Sin embargo, la madre de Smith expresó su preocupación por la salud del feto, señalando que los médicos han detectado líquido en su cerebro y no pueden garantizar su estado una vez nazca. Aún no se ha informado si la familia ha solicitado retirar el soporte vital, ni si iniciarán algún tipo de acción legal.
Este caso ha reavivado el debate sobre las leyes de aborto en Georgia, especialmente en contextos médicos complejos y poco frecuentes, como el de la muerte cerebral durante el embarazo. Aunque se trata de una situación poco común, existen antecedentes similares en otros estados, como el ocurrido en Texas hace más de una década, donde un juez finalmente autorizó el retiro del soporte vital.
Hasta el momento, ni el Hospital Northside ni Emory Healthcare han emitido comentarios específicos sobre el caso, citando las leyes de privacidad médica.