El All Star de la NBA ya no engaña nadie. O a muy pocos. Esa un evento infame en la que se ha convertido el Partido de las Estrellas batió récords negativos de audiencia en la edición que se disputó el pasado fin de semana en Utah. En una competición donde cada noche hay un registro histórico, también lo tuvo en el All Star, aunque negativo.
Según las cifras publicadas por Sports Media Watch, el partido -por llamarlo de alguna manera- tuvo una audiencia de 4,59 millones de espectadores, lo que supone la cifra más baja de siempre y una caída del 27% con respecto a la temporada pasada, que ya fue bastante baja con 6,28 millones. Los datos han ido decreciendo en las últimas campañas, pero este el mayor desplome en una sola campaña desde 2000, que fue la primera edición desde el cierre patronal de 1998-99.
El All Star se ha convertido en poco menos que un estorbo para la mayoría de los jugadores. A mitad de temporada, nadie va a forzar lo más mínimo en un encuentro en el que no hay premio deportivo alguno. Así que volvió a ser un engendro en el que nadie defendía ni se empleaba lo más mínimo. Triples, mates y pasillos para quien enfilara el aro mientras alguno de los defensores estaba cruzado de brazos. Literalmente. El equipo de Giannis Antetokounmpo ganó al equipo de LeBron James por 184-175. El marcador lo dice todo.
Cuando a Luka Doncic le preguntaron cuál era su momento más esperado en el All Star, dijo: “El domingo, cuando vuelve hacia México”. Para muchos aficionados pudo ser cuando en su mando a distancia pulsaron el botón de apagado.