Durante el proceso en el que Golden State Warriors tuvo que reconfigurar su proyecto, el debate acerca de la necesidad de un interior dominante que pudiera elevar al equipo fue habitual. De hecho, la elección de James Wiseman por delante de LaMelo Ball, Patrick Williams o Tyrese Haliburton respondió a esa urgencia. Lo que los californianos no podían esperar es que Kevon Looney terminaría por convertirse en el hombre adecuado para desempeñar esa función. El oriundo de Milwaukee debía aprender entonces a habitar en un sistema tan sencillo para el espectador en lo tactico como acentuado para los que lo ejecutan o intentan frenarlo.
A sus 27 años el interior no ha tenido una carrera sencilla. Los problemas de lesiones le lastraron notablemente en sus primeros cursos. Steve Kerr, en su vuelta definitiva, ya vislumbraba en él a un Bogut que intercambiase la inteligencia y corpulencia del australiano por un perfil de mayor movilidad y verticalidad pero igual de atrincherado en el trabajo sucio y una toma de decisiones menor en el engranaje ofensivo de los Warriors.
Looney es toda una institución en la franquicia a pesar de haber estado siempre en un segundo plano. No ha sido ni mucho menos un factor determinante en el regreso de los de Steve Kerr a la más absoluta élite. Pero por primera vez en su carrera está pudiendo gozar de regularidad, disputando los 82 partidos de liga regular en dos temporadas consecutivas. Ese es Kevon Looney, el monstruo de los rebotes que devora a los Kings.