Se le acabó la buena racha a Aler Baldomero Samayoa Recinos, mejor conocido como “Chicharra”, uno de los narcos guatemaltecos más buscados en su país y en Estados Unidos. El tipo se creía ninja, pero la policía mexicana le cayó de sorpresa el martes en Comitán de Domínguez, Chiapas, mientras él andaba muy quitado de la pena, probablemente comprando unas garnachas o viendo qué hacer con su tarde. Lo subieron a la patrulla sin tiempo de reaccionar y, antes de que pudiera entender qué onda, ya estaba montado en un avión directo a Guatemala, listo para su extradición gringa.
El ministro de Gobernación de Guatemala, Francisco Jiménez, salió a dar la noticia con cara de “misión cumplida” y confirmó que la captura fue un trabajo en equipo entre México, Estados Unidos y Guatemala. O sea, al compadre lo tenían bien checadito, sólo estaban esperando el momento justo para agarrarlo. Y es que este cuate no era un narco cualquiera, sino el mero líder de “Los Huistas”, un grupo criminal que no sólo mueve toneladas de droga en la frontera con México, sino que tiene de compas a los cárteles más pesados del otro lado: Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Nada de negocios pequeños.
La justicia gringa ya le tenía su cartita con acusaciones serias, como conspiración para meter cocaína a EE.UU., lo que básicamente significa que se ganó un pase VIP a una prisión gringa de alta seguridad. Pero antes de que los estadounidenses se froten las manos, hay un pequeño detalle: en Guatemala también tiene cuentas pendientes con la ley desde 2018. Así que ahora la gran pregunta es si lo extraditan de volada o si primero lo ponen a rendir cuentas en casa. Lo que es seguro es que “Chicharra” ya no volverá a zumbar tan libremente como antes. Fin del juego para él.