Por si pensabas que la Met Gala era nomás una excusa para que las celebs se pongan trapos raros y den vueltas como pavo real en celo… pues sí, pero esta vez lo hicieron con propósito y una tonelada de estilo masculino con historia, raza y facha nivel Dios.
Este lunes, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York se llenó de flow, nostalgia y lentejuelas con el tema “Superfine: Tailoring Black Style”. Una oda al dandismo negro, al poder de la sastrería afrolatina y al arte de vestirse como si fueras a conquistar el planeta pero con bastón, capa y puro en mano.
El dress code no era para flojos: “Hecho a tu medida”, dijeron. Y pa’ que no quedara duda, Colman Domingo salió del Carlyle vestido como emperador del Upper East Side. Primero con una capa azul brillante, luego con un traje perleado que parecía sacado de un videoclip de Beyoncé con dirección artística de Basquiat. ¿Homenaje? Claro. ¿Drip? Más que las goteras de la alfombra azul, que terminó pasada por agua.
Hubo de todo: desde abanicos con la cara de André Leon Talley, hasta capas con apodos bordados, como la de Teyana Taylor que decía Harlem Rose. Swizz Beatz se tiró un durag de lujo y hasta Zendaya se subió al tren de la sastrería como si fuera dueña de una sastrería en París. Las conchas cauri, detalles que honran la espiritualidad negra, también se hicieron presentes, y eso fue historia viva hecha prenda.
Pero no todo fue fuegos artificiales. Shantrelle P. Lewis, experta en dandismo negro, se nos bajó del trip: “¿Dónde está el color? ¿Dónde están los estampados africanos? ¿Y los diseñadores negros?”, preguntó, decepcionada como mamá viendo a su hijo ir a misa en crocs. Y sí, hubo quien no entendió el memo: James Corden, por ejemplo, llegó en el mismo esmoquin que usa pa’ conducir su show, y Halle Berry, bueno… mostró más que lo que pidió el dress code. Respeto al tema: ausente.
Eso sí, los que sí la rompieron, la rompieron como Dios manda. Domingo se cambió de outfit como tres veces, cada uno más legendario. El tipo no fue a la Met Gala, la dirigió. La flor gigante con lunares en la solapa fue tan absurda como fabulosa. Y los diseñadores negros como Sergio Hudson, LaQuan Smith y Ozwald Boateng dijeron “aquí estamos, mijito”, con piezas tan finas que daban ganas de hacerles un altar.
La noche fue eso: un desfile de poder, de historia, de homenaje y de puro estilo que no se compra en tiendas. Fue Black Excellence con moño. Fue dandismo afro en esteroides. Fue la Met Gala con cerebro, corazón y bastón. Y para los que fueron sin entender, tranquilos, para el 2026 hay chance de redención… si es que Anna Wintour los vuelve a invitar.
