A ver, mi gente, agárrense que esta novela tiene de todo: drama, política, deportaciones random y un senador que se tiró la misión estilo Jason Bourne pero versión chaleco azul y corbata demócrata. Resulta que Kilmar Ábrego García, un man tranquilo que vivía su vida en Maryland, fue deportado por el gobierno de Trump así, sin anestesia, sin papel, sin beso en la frente… ¡y sin que el juez lo aprobara! ¡Toma pa’ que lleves!
El pobre Kilmar, que ya estaba más gringo que una hamburguesa con Dr. Pepper, fue montado en un avión y tirado en El Salvador como si fuera paquete de Amazon con dirección equivocada. Y pa’ colmo, lo metieron directo en el CECOT, esa cárcel de Bukele que parece sacada de The Walking Dead, donde hay más tatuajes de MS-13 que paredes. El gobierno de Trump jura y perjura que el man es de los malos, pero hasta ahora, pruebas… ni una triste foto con pasamontañas.
Pero aquí no se acaba el chisme, señores. Entra en escena el senador Chris Van Hollen, que dijo: “No, papi, esto no se queda así”. Se montó en un avión directo pa’ El Salvador, grabando videitos en X como si fuera influencer en modo misión humanitaria, con todo y vibe de “vengo a buscar al compa secuestrado por error”. El man quiere hablar con los duros del gobierno salvadoreño y visitar a Kilmar, que está preso sin razón y viendo cómo se le derrite el pasaporte bajo el sol centroamericano.
Y mientras tanto, los republicanos en gringolandia están más bravos que doña en fila del banco. Tom Homan, alias el “zar de la frontera”, salió en Fox News a decir que el senador es un llorón y que Kilmar está bien donde está: “Nos deshicimos de un peligroso”, dijo… así, sin filtro. Lo curioso es que ni el juez, ni los abogados, ni el mismo Bukele están tan seguros de eso. De hecho, Bukele dijo que no lo piensa devolver, y que El Salvador ya tiene bastantes líos como pa’ andar haciendo devoluciones tipo tienda por departamento.
Ahora la vaina está en pausa, pero con sabor a novela de las buenas. Hay abogados peleando, senadores viajando, esposas llorando, y un man preso por error que solo quiere volver a ver el frío de Maryland y dejar de oler pupusas con custodia. Y la pregunta queda en el aire: ¿van a sacar a Kilmar del bote o esto se queda como otra historia más de “¡ups, lo mandamos al país equivocado!”?
