Donald Trump está de regreso, no solo como presidente sino como el nuevo maestro Pokémon de la inteligencia artificial. Sí, mis cielas, el loquito del muro ahora quiere controlar los algoritmos del futuro. Este miércoles va a soltar su “Plan de Acción de IA”, que básicamente es como un guion de “Black Mirror”, pero con gorras rojas, bitcoin y cero regulación.
¿Y qué es lo que quiere el tío Trump? Pues nada menos que reventar las reglas, eliminar controles, meterle turbo a las exportaciones tech, y decirle a los algoritmos: “Basta de wokeadas, aquí se piensa en rojo”. Según él, la IA gringa está infectada por una especie de comunismo digital que hace que hasta los Padres Fundadores salgan racializados en los generadores de imágenes (¡te lo juro!).
Todo esto va a pasar en un evento tech-tóxico en el que se juntan los del All-In Podcast (los panas multimillonarios que tienen más plata que sentido común): David Sacks, Chamath, Calacanis y compañía. Todos, viejos cracks del Silicon Valley que en vez de startups ahora fundan ideologías libertarias con esteroides. Sacks, ex-PayPal y ahora capo de IA y cripto en la Casa Blanca, es el que le escribió el plan a Donaldo.
El plan viene con órdenes ejecutivas listas para volar como misil Patriot: se viene barra libre para instalar data centers, menos “intromisión estatal”, más “libertad empresarial” (léase: hagan lo que quieran con los datos). Y si algo huele a progresismo, se va directo al tacho: Trump le declaró la guerra a la “IA woke”. Porque sí, ahora los bots también tienen ideología, y Trump quiere que voten republicano.
Y ojo que esto no salió de la nada. En su anterior mandato, allá por 2019, Trump ya se había lanzado con un plan de IA todo bonito, con investigación, desarrollo, acceso a datos y blablablá. Pero eso era cuando todavía no se peleaba tan fuerte con el mundo. Ahora viene con odio acumulado y una clara misión: hacer que la IA sea 100% gringa, 0% hippie.
Y claro, Silicon Valley, que antes lo odiaba, ahora lo ama con billete. En la campaña 2024 se le pegaron como moscas al azúcar: Elon Musk, Marc Andreessen, David Sacks, y todo el club de los cerebritos con ego galáctico. Le metieron más de 200 millones de dólares a su campaña, lo invitaron a cenas en San Francisco y hasta Zuckerberg, Bezos, Pichai y Tim Cook se sentaron en primera fila en su toma de posesión. ¡El plot twist del siglo!
Trump los enganchó prometiendo que iba a borrar del mapa toda “agenda liberal” en el desarrollo tecnológico. Y el primer día que volvió a la Casa Blanca, lo cumplió: revocó la orden ejecutiva de Biden, que regulaba la IA para evitar discriminación, deepfakes, sesgos tóxicos y más. Pa’ qué prevenir si podemos venderlo todo, ¿verdad?
Eso sí, quedaron algunas migajas del plan anterior: el Instituto Nacional de Seguridad en IA todavía existe, y los centros de datos con energía renovable “no le parecen mala idea” (¿quién lo entiende?). También siguen vigentes las restricciones pa’ que China no se coma toda la IA con papas. Pero en general, la fiesta está servida para las tecnológicas yankees.
En resumen, el nuevo plan es IA sin correa, sin bozal y con la camiseta de “Make America Great Again”. Un terreno de juego donde los millonarios hacen lo que quieren, el Estado mira desde la grada, y los algoritmos deciden qué noticias te llegan según quién pague más. Silicon Valley ya no es rebelde: ahora es full team Trump.
Y en el fondo, lo que está en juego no es solo qué robot va a ganarte en ajedrez, sino quién carajo define los valores de esta nueva era digital: ¿el Gobierno? ¿los ricos con apps? ¿un expresidente con ínfulas de cyborg? Mientras el mundo sigue discutiendo ética y derechos digitales, Trump ya está firmando cheques y programando el futuro con código naranja.
