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Opinion

El último sacrificio

Las semillas de la conmemoración de lo que hoy conocemos como Memorial Day fueron sembradas después de la Guerra Civil de los Estados Unidos. Familias enteras empezaron a reunirse, al final de la primavera, para llevar flores y recuerdos a las tumbas de sus familiares, vecinos y amigos muertos en el más sangriento de los conflictos internos del país, que concluyó en 1865 con 750,000 muertos, según estimaciones recientes.

Originalmente se le conocía como Decoration Day y tuvo que pasar más de un siglo para que se convirtiera en un día feriado nacional en 1971. Memorial Day se conmemora el último lunes de mayo, como una manera de rendir tributo y honrar a todas las mujeres y los hombres que realizaron el último sacrificio. Pero también marca el inicio informal de la época del verano, un símbolo de florecimiento, regeneración y esperanza.

Con frecuencia hablamos de la pandemia del Coronavirus con metáforas bélicas: Guerra, batalla, pelea. Tales comparaciones pueden ser ilustrativas sobre la dimensión humanitaria de las crisis mayores. En el caso de los Estados Unidos, el saldo oficial de muertes asciende esta semana a unas 100,000 personas, pero la cifra real es seguramente más alta. Es decir, han muerto más seres humanos aquí que en la guerra de Vietnam o Corea combinadas. 

Pero también existen similitudes cualitativas. Los protagonistas de esta conflagración sanitaria han dado igualmente muestras extraordinarias de valor, entrega, patriotismo y, especialmente un profundo sentido humanitario, para arriesgar su propia vida para ayudar a la supervivencia individual y colectiva. En ese nuevo frente de batalla se han destacado doctores, enfermeras, personal de apoyo, trabajadoras y trabajadores agrícolas, empleados de súper mercados y muchos más. De este grupo selecto de notables, más de 3 millones de trabajadores esenciales son migrantes.

Apenas la semana pasada The New York Times acometió un extraordinario ejercicio periodístico, al presentar en su portada una lista solemne de los obituarios de quienes han perdido la vida durante la pandemia. Tiene razón el diario cuando afirma que para entender esa “incalculable pérdida”, una simple cifra no puede transmitir los árboles individuales de la vida y la huella que han dejado entre nosotros.

Por ello la conmemoración del Memorial Day del 2020 tiene un significado particular. Porque es un recordatorio de los sacrificios que se hacen día a día, desde diferentes trincheras, para hacer posible un nuevo capítulo de regeneración.

Así que una gran manera de honrar la memoria de nuestros muertos, especialmente de quienes corrieron el riesgo a sabiendas del peligro, es proteger el bienestar de quienes dejaron atrás y que han quedado en la indefensión o la precariedad. Una sociedad mide su estatura moral por la manera en la que trata a sus más vulnerables. Estados Unidos debe decidir si saldrá más grande o pequeño de esta tragedia colectiva.

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