El presidente estadounidense, Joe Biden, apuró las negociaciones con el ala moderada de los demócratas para tratar de sacar adelante su plan de gasto social, después de reducir su coste de 3,5 a 2 billones de dólares en diez años, antes de salir de viaje a la reunión del G20 en Roma.
Biden recibió en su residencia de Wilmington (Delaware), donde pasó el fin de semana, al senador Joe Machin, representante del ala demócrata, y al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, informó la Casa Blanca.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo en Washington que el acuerdo “está casi a punto” y que la cita de hoy en Delaware se centrará “en algunos puntos específicos que necesitan ser finalizados”.
La Casa Blanca espera que el Congreso pueda votar sobre el plan de gasto social de 2 billones de dólares, una de las principales prioridades del mandatario, antes de que salga de viaje a finales de semana para participar en la cumbre de líderes del G20 en Roma.
El plan de gasto social de Biden busca incrementar el gasto en sanidad, el cuidado de menores y ancianos, mejorar la educación y hacer frente a la crisis climática, entre otros asuntos, aunque la reducción planteada en su coste implica que será menos ambicioso de lo prometido.
Los progresistas exigían un plan más elevado, mientras los moderados lo consideraban excesivo.
Si consigue reconciliar las alas progresista y moderada de su partido Biden podría sacar finalmente adelante esa reforma social en el Senado a través de una fórmula legislativa conocida como reconciliación, que permite aprobar un proyecto de ley con mayoría simple de 50 votos, justo los que tienen los demócratas.
Hablemos un poco del plan de gasto social que Biden pidió implementar aproximadamente el 16 de septiembre del 2021 el cual está conformado de la siguiente manera.
El presupuesto aparte de apoyar jóvenes y ancianos, también se sumaría en infraestructura, como carreteras y puentes, que los republicanos han acordado apoyar, un caso extremadamente raro de bipartidismo que Biden espera utilizar como prueba de su esfuerzo para unir al país.
Incluso si logra la aceptación de dicho plan, ayudaría a resucitar su propia presidencia, que después de un fuerte comienzo parece cada vez más empantanada por las consecuencias de Afganistán, una complicada recuperación económica tras el confinamiento que trajo la pandemia y un resurgimiento del coronavirus debido a la variante delta.