Un año después de llegar al poder, el presidente estadounidense Joe Biden ha entrado en una fase decisiva en su mandato, con una cuenta atrás para impulsar sus prioridades antes de las elecciones legislativas de noviembre, que traen malos augurios para su partido.
El primer aniversario de Biden en la Casa Blanca, que se cumple este jueves 20 de enero, marca un hito agridulce para un mandatario que prometió unir al país y que ha tenido que gobernar en un ambiente de polarización extrema, con un margen mínimo en el Congreso para aprobar sus medidas.
La persistencia de la pandemia y los problemas de inflación y suministros han complicado aún más su tarea, sumados al férreo control del expresidente Donald Trump sobre el Partido Republicano, cuyos votantes todavía creen, en su mayoría, que Biden es un presidente ilegítimo.
Para juzgar el primer año de Biden hay que tener en cuenta que Estados Unidos tiene “un partido -el republicano- que denuncia un fraude electoral inexistente” en los comicios presidenciales de 2020, y “elementos de ultraderecha que han entrado en la corriente política predominante”, dijo a el experto en políticas Mark Peterson.
Según ese profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, Biden “ha conseguido más” de lo esperado, dado que gobierna con “un Senado partido en dos y una Cámara Baja” de estrechísima mayoría demócrata.
El presidente dará una rueda de prensa este miércoles para defender esos logros de su primer año, que incluyen la firma de un paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares y otro de infraestructuras de 1,2 billones, unidos a la recuperación de la economía y la caída del desempleo.
Biden también ha nominado y conseguido la confirmación de más jueces federales un total de 40- que ningún presidente en su primer año en cuatro décadas, y ha supervisado una campaña de vacunación contra la covid-19 que en general funcionó bien, aunque más de un cuarto de los adultos del país sigan sin vacunarse.
A nivel internacional, Biden ha conseguido revitalizar las relaciones con los aliados tradicionales de Estados Unidos, pese a dejarles fríos en algunos momentos, como con su caótica retirada militar de Afganistán o la crisis de los submarinos con Francia.
El último mes ha sido especialmente duro para Biden: el Tribunal Supremo bloqueó su mandato para vacunar o hacer test a la mayoría de los empleados de empresas del país, y su Gobierno confirmó que la inflación ha llegado a su máximo histórico en 40 años.
Además, las posibilidades de aprobar su gran prioridad legislativa pendiente, el paquete de gasto social de 1,75 billones de dólares, decayeron cuando un senador de su propio partido, Joe Manchin, dijo en diciembre que votaría en contra.
No hay grandes esperanzas de que ese paquete reducido incluya una vía a la ciudadanía para los indocumentados del país, y tampoco está garantizado que contenga medidas ambiciosas contra la crisis climática o para reforzar la igualdad de género.