Nuestro compadre Hervé Tram, un parisino de 28 años que le mueve a las redes informáticas, es un Swiftie de corazón, de esos que ven una guitarra rosa y ya se andan desmayando. Este cuate no ve a Taylor Swift como una simple cantante, ¡nah! Para él, ser fan de TayTay es como pertenecer a una secta, pero de las buenas, con mucha purpurina y corazones.
Entonces, qué pasó, se preguntarán. Pues resulta que la semana pasada los conciertos de nuestra Tay en Viena fueron cancelados por una amenaza terrorista. Imagínense el drama, se caen esos shows y miles de fans llorando como si les hubieran quitado el último tamal de la abuelita. Pero aquí entra nuestro héroe Hervé, que en vez de agüitarse, agarró sus dos boletitos extra para los conciertos en Londres y dijo: “¿Saben qué? Aquí nadie se queda sin ver a Taylor”. Y pum, que se los regala a dos desafortunadas que no pudieron ver a su ídola en Austria. ¡Crack total!
“Eso es lo chido de ser Swiftie”, dice Hervé, “aquí nos cuidamos como si fuéramos familia, o mejor aún, como si fuéramos la pandilla que siempre soñaste tener”. Y es que, la neta, los fans de Taylor son como esos primos lejanos que no ves en años pero que sabes que siempre están ahí para echarte la mano.
Pero espérate, que esto se pone peor antes de mejorar. Para mal un loquito con cuchillo en mano se carga a tres niñas en una clase de baile inspirada en Swift en el norte de Inglaterra. Pero ni así le bajan la moral a los Swifties. Naaa, esta raza es de las que se sacuden y siguen, como los pingüinos en la Antártida.
Tomemos de ejemplo a Meagan Berneaud, otra fan hardcore, pero esta vez de Columbus, Ohio. La morra, que lleva siguiendo a Taylor desde los 13, se dijo: “Bueno, ya está canijo esto, pero no me puedo rajar”. Con el corazón en la mano, casi casi, decide lanzarse a Londres, aunque le lluevan meteoritos. Y ahí va, y hasta se arma un hilo en X (ya sabes, Twitter con esteroides), pa’ que los fans que se quedaron sin concierto en Viena consigan boletos para Londres. ¡3 mil vistas tuvo la cosa! “No puedo andar por la vida con miedo”, dice Meagan, “tengo que confiar en que la policía va a hacer su trabajo”.
La gira Eras, con más de 40 rolas que te llevan desde el country al pop más fresco, ha sido un trancazo monumental, rompiendo récords como si fuera piñata de barrio. ¿1.000 millones en boletos? ¡Eso es de la vieja! Y los conciertos en Londres están que no cabe un alma, con boletos vendiéndose como pan caliente y alcanzando precios ridículamente altos en reventa.
