¡Agárrense los pantalones, mis cielas! Porque el Tío Trump dejó de hacerse el pacifista buena onda y ahora va a full con la artillería pesada. Después de meses enteros de hablar con Putin por teléfono como ex tóxicos que se niegan a soltar, se hartó de que el ruso lo dejara en visto y siguiera tirando drones como si fueran caramelos en piñata. Así que ahora, mi gente, el rubio naranja dijo: “¿No querés paz? Pues te la mando con misil, papá”.
Resulta que Trump pensaba que con una buena charla de machos alfa podría convencer a Putin de bajarle dos rayitas a la guerra en Ucrania. Le tiró un plan tipo “bueno, te quedás con lo que ya te robaste, no metemos a Ucrania en la OTAN y nadie manda más tropas, ¿jalo o qué?”. Y Putin, con la sonrisa más cínica del planeta, le dijo que sí… pero cada vez que colgaban, mandaba más misiles que Netflix series malas. Resultado: Trump dijo “¡ahora me voy a poner serio!” y se alineó con Zelensky y toda la banda de la OTAN.
Ahora la movida es full ataque: le van a mandar a Ucrania 17 Patriots, que no son fans del fútbol americano, sino misiles antiaéreos que te bajan un dron con solo mirarlo feo. También se vienen los JASSM (que suenan a boyband pero son misilazos de los buenos) y los F-16 que van a pasear por Rusia como si fuera Coachella. Encima, si en 50 días Putin no se sienta a negociar como Dios manda, le meten sanciones comerciales del 500% hasta por venderle alfajores a los gringos. A Putin se le vienen semanas pesaditas, y Trump, con su sonrisita de villano de película ochentera, ya está frotándose las manos.