En el corazón de Washington, D.C., la iglesia Shrine of the Sacred Heart —con una congregación predominantemente latina e inmigrante— está experimentando una doble paradoja: por un lado, se mantiene como un lugar de refugio y comunidad; por otro, se ha transformado en un blanco inesperado de los recientes operativos federales de migración. Más de 40 feligreses han sido detenidos o deportados desde agosto, generando una atmósfera de miedo, retraimiento y solidaridad comunitaria.
- El impacto en el día a día
Las familias congregadas en la iglesia relatan que la presencia constante de agentes y redadas los ha llevado a evitar asistir a misa, así como a condicionar sus rutinas básicas: hacer compras, acudir al médico, incluso permitir que sus hijos vayan a la escuela sin supervisión. El temor se ha vuelto ambiente.
- Una comunidad que resiste
A pesar del miedo, la comunidad no se ha quedado de brazos cruzados: voluntarios de la iglesia reparten alimentos, ayudan a pagar alquileres, acompañan a personas inmigrantes a audiencias de inmigración. Algunos de los voluntarios también han sido objeto de detención.
- La estrategia federal y sus consecuencias
Los operativos, que incrementaron desde agosto de 2025, forman parte de una estrategia federal más amplia para intensificar la aplicación de la ley migratoria. Las denuncias apuntan a que el miedo institucionalizado es parte del efecto buscado.
- ¿Qué se pone en juego?
- Los derechos civiles de residentes y ciudadanos latinos que temen ser confundidos con indocumentados.
- El acceso a servicios básicos (salud, educación, alimento) condicionado por miedo.
- La confianza entre la comunidad y las instituciones: iglesias, escuelas y servicios sociales se convierten en zonas de tensión
Lo que ocurre en esta iglesia del distrito de Columbia es un microcosmos de lo que muchas comunidades latinas experimentan hoy en EE.UU.: entre la sombra de los operativos migratorios y el ejercicio de la solidaridad interna. Es una señal de alerta: la política migratoria no solo se define en las fronteras, sino en los vecindarios de todo el país.