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Gaza vive otro día de horror: ¡Nuevos ataques en de centros de ayuda!

La tragedia en Gaza no da tregua. Al menos 27 palestinos murieron este martes y decenas más resultaron heridos cuando las fuerzas israelíes abrieron fuego cerca de un centro de distribución de ayuda humanitaria, según informaron las autoridades locales. La escena fue descrita por testigos y médicos como una “carnicería total”.

Los hechos ocurrieron cerca de la rotonda de Al Alam, en Rafah, a apenas un kilómetro de un centro de entrega de alimentos. La gente, desesperada por conseguir algo para comer, se agolpaba desde la madrugada en espera de que abrieran las puertas. Allí, sin previo aviso según múltiples testigos, comenzaron los disparos.

Tanques, drones, helicópteros y francotiradores dispararon contra la multitud, de acuerdo con Mahmoud Basal, portavoz de Defensa Civil de Gaza. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron por su parte que respondieron al movimiento de “sospechosos” que se desviaron de las rutas de acceso permitidas y que los tiros fueron “de advertencia”.

Pero los testimonios sobre el terreno relatan algo muy diferente.

“Cuando llegamos a la rotonda, los disparos empezaron de inmediato. Venían de todas partes. La gente caía frente a nosotros. Fue una masacre. Mi tío intentó ayudar a un herido y casi no lo cuento”, relató Nadeem Zarab, vecino de Gaza, en un video publicado en redes.

Otros testigos dijeron que la multitud había sido informada por canales oficiales de que podrían recibir alimentos a esa hora y en ese punto. Muchos llevaban allí desde la noche anterior. En medio de la confusión y el caos, las ráfagas de ametralladoras alcanzaron a decenas de personas que solo estaban allí para sobrevivir un día más.

En el hospital Nasser de Jan Yunis, el director Atef al Hout confirmó que al menos 24 cadáveres llegaron sin vida y 37 personas heridas por balas estaban siendo atendidas. La escena en los pasillos del hospital fue, una vez más, insoportable.

“Fue una carnicería total. No sabíamos a quién atender primero. Había niños, ancianos, gente llorando, gritando, buscando a sus familiares. Ya no tenemos palabras para describir esto”, dijo un médico extranjero que se encuentra prestando ayuda en Gaza.

Un hombre identificado como “F” contó entre lágrimas al servicio árabe de la BBC que corrió al punto de distribución para conseguir comida para sus hijos hambrientos.

“Solo queríamos pan. Nada más. Mis hijos no han comido en días. Y nos recibieron con misiles y balas. ¿Qué hicimos para merecer esto? No somos parte de Hamás ni de ningún grupo. Solo queremos sobrevivir. Vivimos sobre los escombros”, dijo.

Israel, por su parte, insiste en que no impide la llegada de ayuda humanitaria y que el ataque se dirigió a personas que se acercaron “de forma sospechosa” a las tropas. Sin embargo, esta explicación choca de lleno con los relatos de decenas de civiles, ONG y trabajadores de salud que han documentado múltiples incidentes similares.

Solo dos días antes, otro ataque dejó 31 muertos y cerca de 200 heridos en circunstancias muy parecidas.

Un sistema de ayuda que agrava el sufrimiento

Lo que muchos en Gaza denuncian es que el nuevo sistema de entrega de ayuda humanitaria está matando gente en lugar de ayudarla.

Desde hace unas semanas, la distribución dejó de estar a cargo de la ONU y otras agencias reconocidas, y pasó a ser gestionada por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), un organismo nuevo respaldado por Israel y Estados Unidos. Bajo este nuevo modelo, los puntos de ayuda están ubicados en zonas controladas por el ejército israelí y son gestionados por contratistas armados.

Esto obliga a miles de civiles, muchos de ellos desplazados, a caminar largas distancias por zonas de alto riesgo para acceder a una caja de alimentos que puede pesar hasta 20 kilos. Las filas comienzan la noche anterior, en medio del frío, el hambre y el miedo.

Antes, la ONU entregaba la ayuda directamente en las comunidades, en más de 400 puntos distribuidos por toda la Franja de Gaza, y basaba el reparto en un registro poblacional que aseguraba cobertura para todos. Hoy, el nuevo sistema funciona como “sálvese quien pueda”: el primero que llega, se lleva algo. Los demás, se quedan sin nada.

“Nos están obligando a elegir entre morir de hambre o morir a tiros”, resumió un joven palestino entrevistado en Rafah.

Mientras tanto, los medios internacionales tienen prohibida la entrada a Gaza, lo que dificulta verificar de forma independiente los hechos. La mayoría de la información proviene de testimonios de sobrevivientes, médicos locales, periodistas palestinos y organizaciones de ayuda.

La comunidad internacional, por ahora, sigue sin reaccionar con contundencia. La ayuda llega a cuentagotas, las negociaciones para un alto al fuego están estancadas y el sufrimiento civil no parece tener final.

Lo que ocurre en Gaza ya no es solo una guerra. Es una crisis humanitaria de proporciones catastróficas, que deja imágenes de niños llorando junto a los cuerpos de sus padres, madres buscando desesperadas entre los escombros y hospitales colapsados donde el personal ya no puede más.

La pregunta sigue siendo la misma: ¿Cuántas vidas civiles más se necesitan para que el mundo actúe?

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