Ay, ay, ay, mis chavos, prepárense para este chisme internacional porque los Talibanes están tirando más drama que una telenovela de las 9. Resulta que la Corte Penal Internacional (CPI) dijo: “Oigan, queremos mandar a la cárcel a dos de los jefazos talibanes por andar persiguiendo y oprimiendo a las mujeres”. Pero, ¿qué creen que contestaron los Talibanes? Pues algo así como: “¡Ay, no manchen, eso es pura calumnia!”.
Según el big boss de la CPI, Karim Khan, hay pruebas de que estos señores (incluyendo al líder máximo Hibatullah Akhundzada, alias “El Mero Mero”) llevan años haciéndoles la vida de cuadritos a las mujeres afganas. Desde que retomaron el poder en 2021, básicamente prohibieron que las mujeres hagan algo más que respirar. Trabajar, estudiar o simplemente salir sin permiso es prácticamente misión imposible.
Pero los Talibanes, bien indignados, mandaron un comunicado diciendo que esas acusaciones son tan falsas como las promociones de dos por uno en el cine. Según ellos, en Afganistán todo está “de perlas” y ahora todo el mundo vive súper en paz. “Oigan, mejor échenle ojo a las barbaridades que hicieron las fuerzas extranjeras antes de andarnos molestando”, dijeron bien dignos.
¡Pero espérense que hay más! Estos compas también se dieron el lujo de regañar a la CPI, diciendo que se pasaron de lanza queriendo imponer sus ideas de derechos humanos. Según ellos, “cada quien con su cultura y sus creencias”. O sea, ellos en su onda, y nosotros en la nuestra.
Mientras tanto, las mujeres afganas, que llevan años sufriendo con estas restricciones, aplaudieron la movida de la CPI. Un grupo llamado el Movimiento de Mujeres Afganas por la Justicia dijo que esta decisión es “un rayo de esperanza” y que por fin alguien las está escuchando. Aplausos de pie para ellas, porque literal están luchando con uñas y dientes.
Ahora, hay quienes piensan que esta bronca puede ser un arma de doble filo. Mohammad Halim Fidai, un exgobernador que ahora vive en el exilio, dice que los Talibanes podrían usar esto como propaganda. Algo así como: “Miren, somos tan fieles a nuestras creencias que hasta las grandes potencias nos tienen miedo”. Vamos, puro marketing de guerrilla.
Ah, y como si fuera poco, la ONU también metió su cuchara en el asunto y les recordó a los Talibanes que llevan casi cuatro años sin dejar que las niñas mayores de 12 vayan a la escuela. ¿La respuesta de los Talibanes? Silencio total, como cuando le preguntas al profe por qué reprobaste y te ignora olímpicamente.
Y así, banda, el drama sigue. Entre demandas, comunicados y argumentos más torcidos que un churro mal enrollado, lo único claro aquí es que las mujeres afganas no se rinden. Ellas son las verdaderas heroínas de esta historia, y la lucha por sus derechos sigue más viva que nunca.
